Lamentaciones 3.1–3 “Yo soy aquel que ha sufrido la aflicción bajo la vara de su ira. 2 Me ha hecho andar en las tinieblas; me ha apartado de la luz. 3 Una y otra vez, y a todas horas, su mano se ha vuelto contra mí.”
Jeremías estaba desanimado y deprimido. Jerusalén estaba bajo asedio. Su nación bajo coacción total. Su mundo se había derrumbado a su alrededor. Lo que había sido “normal” ya no era normal. Un poderoso enemigo eclipsó toda la vida y llenó cada corazón de miedo. Y Jeremías se suponía que debía liderar, se suponía que era el ejemplo, la voz de Dios …y de hecho se encontró enojado con Dios. Le dolía el cuerpo. Su corazón estaba enfermo. Su fe era pequeña … cada vez más pequeña.
Jeremías incluso se sintió atrapado. “Me tiene encerrado, no puedo escapar; me ha puesto pesadas cadenas. 8 Por más que grito y pido ayuda, él se niega a escuchar mi oración. 9 Ha sembrado de piedras mi camino; ha torcido mis senderos.” (Lamentaciones 3: 7-9)
Jeremías se estaba hundiendo. Su fe se estaba hundiendo. Entonces dejó de mirar
el problema. Él movió su mirada. “Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: 22 El gran amor del SEÑOR nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. 23 Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! 24 Por tanto, digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!” (Lamentaciones 3:21-24)
Alimenta tus miedos
y tu fe morirá de hambre.
Alimenta tu fe,
y tus miedos morirán de hambre.
Afligido como estaba, Jeremías dejó de mirar todas las cosas que causaban que su mundo estuviese al revés y cambió su mirada, sus pensamientos, su atención en otro lugar.
Apartó la vista del desastre en el que se encontraba su mundo y miró hacia la maravilla de Dios. Se acordó de la Palabra de Dios. Él recordó las promesas de Dios … Tal vez incluso las contó con los dedos …¡Debido al gran amor del Señor, no estamos consumidos! Su compasión nunca falla. Su misericordia es nueva cada mañana.
El problema en el que estaba Jeremías no cesó. Pero su desánimo sí. Los problemas y las incertidumbres en nuestro propio mundo no se detendrán hoy o mañana. Pero nuestros miedos pueden. Nuestras preocupaciones pueden. Nuestro desánimo puede. Nuestra ira puede. Nuestra desesperanza puede. Cuando nosotros desviamos nuestro enfoque de los problemas y lo invertimos hacia el que nunca falla, siempre es compasivo, siempre amoroso, siempre fiel DIOS. El esta con nosotros. ¡Deja que El alimente tu fe todos los días!