¿Cuál es la gran idea?
El Credo Apostólico contiene doctrina cristiana esencial. Estas creencias resumen el evangelio y son el fundamento de nuestra fe. Las verdades de las Escrituras contenidas en el credo nos ayudan a operar con una buena teología y nos brindan el conocimiento de que nuestra fe está arraigada tanto en la verdad como en una rica historia que abarca el pasado y el presente. Estas no son meras palabras. Son la esencia de lo que confesamos y creemos, que contrasta fuertemente con las narrativas predominantes de nuestra era moderna.
Plan de serie
13 de junio: Creo
“Creo” puede parecer tener una connotación de verdad personal en un mundo muy relativo. Sin embargo, cuando decimos “creo” como cristianos, hay una connotación mucho más fuerte y profunda.
Profesamos nuestra confianza en las verdades de la Biblia. Tomamos nuestra posición en estas palabras de nuestros labios, debido a la convicción de nuestro corazón y alma.
¿Qué es el Credo Apostólico? ¿Quién lo escribió? ¿Cuándo apareció? Bueno, miaremos la historia detrás del credo y por qué sigue siendo relevante para nosotros hoy. El credo proporciona simetría y claridad, un sentido de comunidad e informa nuestro consejo y testimonio porque es un reflejo de la Palabra de Dios.
20 de junio: Dios Padre todopoderoso
Creemos que hay un solo Dios, que ha sido y siempre será. Él existe en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y Él creó todo.
Esta verdad nos brinda un consuelo increíble y promesas en las que podemos confiar. También nos llama a adorarlo y honrarlo solo a él como el Dios de toda la creación. Dios es infinitamente poderoso e intensamente personal.
27 de junio: Jesucristo, Su único hijo.
Creemos que Jesucristo es el Hijo eterno de Dios, y Él es completamente Dios y completamente humano.
Esta confesión de la persona de Jesucristo es tan importante porque hace la guerra al infierno mismo. Es el asalto contra Satanás, sus tentaciones, las acusaciones que nos lanza y la misma prisión a la que nos esclavizaría. Todo porque Jesús es el Cristo, el hijo del Dios viviente. Entonces combatimos las nociones del materialismo: no necesito cosas, necesito a Jesús. Combatimos las nociones del individualismo, porque Jesús me compró con su sangre.
4 de julio: Que fue concebido por obra del Espíritu Santo
Creemos que Jesús nació de una virgen, María, y Su nacimiento se produjo por obra del Espíritu Santo.
Tenemos la oportunidad de mirar una narrativa familiar, pero aparte de todos los adornos de la Navidad moderna y mundana. Si bien esas celebraciones y adornos de la temporada son agradables y tienen un buen propósito, cuando miramos el milagro del nacimiento de Cristo aparte de ellos, podemos presenciar mejor la maravilla y el asombro de la encarnación de Jesús.
11 de julio: Sufrió, murió y fue sepultado
Creemos que Jesús murió como el sustituto sacrificial para pagar la pena por el pecado. Él realmente sufrió y murió en la cruz por nosotros y fue sepultado en una tumba. Las verdades históricas, espirituales y bíblicas de la cruz asaltan nuestro intelecto y nuestra razón. A través de nuestra confesión de fe, rechazamos el intelectualismo que se ha convertido en el dios de nuestra época.
18 de julio: Descendió y resucitó
Creemos que Cristo experimentó la muerte con nosotros y por nosotros. Descendió a la tumba, pero venció a la muerte y resucitó.
El credo nos recuerda que la guerra terminó. La victoria está completa. Recordemos vivir en tal victoria y llevarnos con el triunfo de Cristo: su triunfo sobre el pecado, la muerte, el infierno y Satanás.
25 de julio: Ascendió al cielo
Creemos que Jesús fue al cielo después de Su resurrección. Él gobierna y reina sobre todas las cosas con el Padre y el Espíritu Santo.
¿Ya llegamos? Como cristianos, ciertamente anhelamos el cielo. Anhelamos la eliminación completa del pecado de nuestra vida y la vida de quienes nos rodean: sus consecuencias y su naturaleza. Quizás porque anhelamos y confiamos, también nos impacientamos con el horario de Dios. El credo nos da la simetría que necesitamos tanto para anhelar el cielo como para aceptar la obra y la sabiduría de Dios en nuestras circunstancias actuales.
1 de agosta: Juzgará a los vivos y a los muertos
Creemos que Jesús regresará y juzgará el pecado de cada persona. Los creyentes deben prepararse y esperar ansiosamente esta segunda venida.
Si bien nuestra confesión es de verdad, es creencia en la verdad que Dios ha revelado. No insistimos en todos los detalles, sino que confiamos en la sabiduría de Dios en su plan.
8 de agosta: El Espíritu Santo
Creemos que el Espíritu Santo vive y obra en el corazón de cada creyente. Nadie puede conocer a Jesucristo si no es por el Espíritu.
El Espíritu Santo da a conocer un optimismo que trasciende nuestra experiencia al traer la paz y la presencia de Cristo.
15 de agosta: Comunión de los Santos
Creemos que la Iglesia universal contiene a todos los creyentes cristianos, desde la época de la iglesia primitiva hasta la actualidad.
El credo nos recuerda que la vida de un cristiano es una que desea la comunidad con otros creyentes.
22 de agosta: El perdón de los pecados
Creemos que solo mediante la fe en la persona y la obra de Jesucristo y el arrepentimiento del pecado se puede reconciliar con Dios y experimentar la verdadera vida y gozo.
La belleza de la gracia de Dios nos permite admitir abiertamente nuestras fallas y debilidades, confiando en un Dios que está lleno de compasión y gracia.
29 de agosta: La resurrección y la vida
Creemos que habrá una futura resurrección física de los muertos para aquellos que se aparten del pecado y se vuelvan a Jesús. Los que creen serán elevados a la recompensa eterna.
Esperamos muchas cosas, pero debe haber alguna esperanza última que nos dé el impulso para impulsarnos hacia adelante todos los días. Para aquellos que confiesan las palabras del credo, esa esperanza es la resurrección y la vida eterna.
5 de septiembre: Amén
Creemos que Jesús es el cumplimiento de todas las promesas de Dios. A través de Él, expresamos nuestro Amén a Dios.
El credo resume las muchas promesas que Dios nos ha hecho. Es apropiado que concluyamos con nuestro “Amén”. Al final, estamos quietos y sabemos que nuestro Señor es Dios. Al final, tenemos confianza en sus promesas gracias a Cristo.
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