¿Cuál es la gran idea?
Todos nos estamos moviendo hacia algo. Tenemos nuestras esperanzas, nuestros sueños, nuestros deseos. Estamos en una misión para cumplir con nuestro propósito autoimpuesto en la vida, aunque a veces luchamos para saber cuál es. Sin embargo, ¿qué sucede si, en medio de todas las distracciones de la vida, realmente perdemos nuestro rumbo?
Independientemente de lo bien que podamos permanecer en la tarea, en algún momento todos nos quedamos cortos. ¿Y que?
La tumba vacía nos recuerda que Dios no nos define por un objetivo, propósito o logro. La cruz y la tumba vacía no son nuestro logro. Son de él. Aunque su rescate es un trato hecho, nuestra renovación es un proceso. La salvación de Dios no es un fin, sino un comienzo. La vida no es un destino. Es un viaje
Esta temporada de Pascua queremos reducir la velocidad y mirar alrededor. El viaje en el que estamos no es lo que parece. No se trata sólo de setenta u ochenta años de atrapar el gusto y luego se termina. Jesús salió vivo de la tumba. Hay más en esta vida de lo que se ve a simple vista. Hay más en la vida que esta vida. No estamos haciendo este viaje solos. Y definitivamente no somos nosotros los que lo dirigimos.
¿Cómo la fe en un Salvador resucitado y vivo impacta nuestro viaje? ¿Qué podría cambiar en nuestras vidas si viviéramos todos los días como si fuera un paso más en un viaje que nunca termina?
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