A medida que llegamos al final de la historia del Antiguo Testamento, vemos cómo Dios nunca abandonó a su pueblo. Le dieron la espalda, pero Él continuó siendo clemente y misericordioso. Ellos fueron infieles pero Él siempre fue fiel. Cumplió todas sus promesas. Y eso es justo lo que necesitaban para llevarlos a confiar en su GRAN promesa: enviar a Jesús a este mundo. Durante la temporada de Adviento, necesitamos esta misma confianza de que Dios vendrá como lo prometió. Siempre lo hace, siempre muestra misericordia, una y otra vez. No abandona a su pueblo. Él nos guía. Él provee para nosotros. Y siempre está dispuesto a perdonar. Lo probó cuando cumplió su promesa de enviar a Jesús a nuestro mundo.