¿Contarles a otros acerca de Jesús? ¿Intentar hacer que cambien de opinión? ¿Convencerlos de creer? Para muchos, eso suena intimidante, quizás incluso imposible. Sin duda, es más fácil suponer que sería mejor permanecer callado. Falta de conocimiento, inseguridades, inexperiencia, dudas, miedos… Razones sobran para pensar “Yo nunca podría”. ¿Pero qué hay de todos nosotros juntos? ¿Qué pasa cuando Jesús viene a nosotros como sus discípulos tal como dijo que lo haría, se encuentra con nosotros donde estamos y responde a nuestro “Yo nunca podría” con una gran afirmación: “Tengo toda autoridad”?
