La vida es dura. Hay dolor y este se manifiesta de muchas maneras diferentes. A veces sentimos que para ser cristianos adecuados, nuestras vidas deben ser ordenadas y limpias, y siempre debemos tener una sonrisa en nuestros rostros. Pero la realidad de la vida es que vamos a pasar por dolor, y ocultar ese dolor o negarlo sería deshonesto. En cambio, el corazón cristiano es honesto sobre el dolor y se dirige a Dios con él.