El rey en nuestra lección de hoy pensó que lo había hecho. Pensó que podía sostener a Dios en su mano, menospreciar a Dios y determinar qué haría Dios. Pero la escritura en la pared decía lo contrario. La lección que aprendemos es: si creemos que podemos tener a Dios en nuestras pequeñas manos, nos aventuramos en un territorio al que no pertenecemos. Seremos puestos en la balanza y no seremos aceptados por Dios. Al igual que el rey, no siempre prestamos atención a esta advertencia. Afortunadamente, Jesús pagó el precio por nosotros. Ahora, Dios da una escritura diferente. No en una pared, sino en un libro. Su libro. La Biblia. Con la escritura que se encuentra en la Palabra de Dios, estamos seguros de que nuestro destino es diferente al del rey tonto