Necesitamos un rey. El pueblo de Dios necesitaba un rey. Intentaron encontrar liderazgo, guía y protección en jueces y reyes humanos. Pero no funcionó. Cada uno hizo lo que estaba bien ante sus propios ojos. Necesitaban un rey. Esos reyes imperfectos señalaron al Rey que realmente necesitábamos. El rey David, en particular, como rey-pastor, era una imagen del rey que Jesús llegaría a ser. Toda la Biblia nos señala al Rey que necesitamos. Todas esas promesas se cumplieron cuando un ángel le dijo a María que tendría un hijo que sería nuestro Rey. Un Rey que reinaría en justicia para siempre. Este Rey nació en nuestro mundo, ganó la victoria sobre nuestro enemigo y se sienta en el trono de nuestros corazones y en el trono de Dios en el cielo para siempre. ¡Jesús es el Rey de reyes!
