Hablar a otros sobre Jesús se trata más de confiar en la poderosa palabra de Dios que confiar en nuestro propio conocimiento o capacidad para compartirlo. Una vez que nos superamos a nosotros mismos, todos podemos convertirnos en personas que aman “plantar semillas del evangelio”, aunque todos tengamos diferentes dones, habilidades, relaciones y oportunidades. El poder no está en nosotros, pero todos tenemos un papel importante que desempeñar para que el Espíritu Santo pueda hacer su mayor parte en la creación y el crecimiento de la fe a través del evangelio. ¿Es posible que hagamos discípulos? ¡Sí, con la ayuda de Dios!