24 de marzo: Su submisión

Jesús fue tan humano como nosotros. Imagina la ansiedad que experimentó en el jardín sabiendo a qué se enfrentaba. Lo vemos en el sudor mezclado con la sangre que gotea de su rostro. Escuchamos esa ansiedad en las palabras que dice: “Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo”. Sin embargo, lo que sigue es el milagro de la determinación del amor: “pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya”.


Texto del sermón: Lucas 22: 39-46