Dolor. Sufrimiento. Dificultades. Pérdida. Estas experiencias pueden causar desesperanza. Necesitamos una alegría más profunda, una esperanza más profunda por la cual vivir para seguir adelante. La Pascua nos da eso. ¡También lo hace el hecho de que Dios estuviera pensando en nosotros desde antes de la creación! El Dios que nos eligió antes de que todos los tiempos no nos dejará ahora. El futuro que esperamos hará que todo valga la pena. Eso nos da motivos de alegría. Nuestro sufrimiento no carece de sentido: nos centra cada vez más en la herencia que nos espera.