Es casi como una fórmula matemática: enseña a tus hijos la Palabra de Dios cuando sean pequeños y sin lugar a dudas los verás en el cielo. Si tus hijos pierden la fe en algún momento, volverán sin duda. Desafortunadamente, eso no es lo que dice Salomón. ¡Por supuesto, bautiza a tus hijos y enséñales la Palabra de Dios desde que son pequeños! Pero reconoce que, aunque no es una promesa absoluta de Dios de que nuestros hijos perseverarán en la fe hasta el fin, es su sabiduría la que todos los padres cristianos querrán seguir.